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domingo, 17 de marzo de 2013

Capítulo 1: Rosas rojas.

-¡Delia! ¡Delia vuelve! No, no por favor.-Gritaba en esos momentos un hombre en una sala del hospital.-Vuelve, no me puedes dejar. Así no.-Las lágrimas que tanto tiempo había retenido por fin caían por sus mejillas.
El hombre llevaba días sin ducharse. Su vida había cambiado completamente en tan solo unos meses, desde que su mujer había sido afectada por un extraño gas que le había provocado la muerte.
-Lo siento.-Le dijo en ese momento su hermano mientras le colocaba una mano en el hombro.
Los dos siguieron en la misma posición durante un buen rato. El viudo, Daniel, sentado, llorando por la muerte de su primer amor; el hermano Jose, de pie,  llorando en silencio por la mujer a la que secretamente había amado desde hace mucho tiempo atrás.
Ninguno de los dos sabrían decir cuanto tiempo pasó, tampoco les importó.
Cuando la enfermera llegó se les presentó un destino que empezaría siendo muy difícil...

---16 años después---

-Papá me voy.-Gritó la chica pelirroja que cumplía 16 ese día. Era el único recuerdo que Daniel tenía de su madre.
-Ve con mucho cuidado.-Le dijo como todas las mañanas mientras le daba un beso en la frente.-Y vuelve pronto a casa.
-Vale.-La chica esbozó la misma sonrisa que había enamorado a Daniel a sus dieciséis.
-Y Marta...-La chica dejó la puerta de la calle entre abierta para mirar a su padre.-Te quiero.
-Yo también papa.-Le lanzó un beso y salió por la puerta.
Marta se encaminó al instituto al igual que todos los días, aunque se sentía más feliz que de costumbre, tal vez porque era su cumpleaños.
¿Qué tal estás mamá? Pensó mientras andaba. ¿Sabes que día es hoy? Hoy es mi cumple, ya tengo 16 años.
Una sombra de tristeza cruzó por su cara. Se sentía culpable por la muerte de su madre, la cual había muerto al darle a luz.
Ojalá estuvieras aquí. Fue su último pensamiento antes de entrar en el instituto.
-Hola Marta.-La saludó Ana.
-Hola.-Le dedicó una sonrisa mientras se acercaba a ella.
-¿Hiciste física?
-Sí.
-Yo no la entendía.-Ana estaba nerviosa mientras hablaba.
-Era muy fácil, vamos adentro y te la explico.
-No, aún no tengo ganas de entrar.-Ana entretuvo a Marta en la puerta durante cinco minutos hasta que llegó Marsela hasta ellas, venía del interior.
-¿Qué hacéis todavía aquí? Vamos rápido que las clases están apunto de empezar.
Al entrar en la clase Marta vio como todos sus compañeros la felicitaban mientras que en la pantalla táctil se veía escrito:
¡Felicidades!


Junto a un dibujo de ,lo que dedujo que era, ella jugando al tenis. 
-Muchas gracias chicos.-Dijo y miró a su tutora al hacerlo...

Cinco minutos después de que empezara la clase la puerta se abrió la puerta y por ella entró Paco, el chico problemático de la clase y se sentó en el único asiento libre al final de la clase, su asiento habitual.
Las primeras clases pasaron muy rápido y para cuando Marta quiso darse cuenta ya estaban en el recreo.
-¿Eres Marta Ramirez?-Le preguntó un chaval de primero que llevaba un ramo de rosas rojas en las manos.
-Eh... sí.-Contestó la chica extrañada.
-Me han dicho que te las dé.-Dijo el chico entregándole las flores.
-¿Quién?
-Me ha dicho que no lo diga.-Después el chico se alejó.
-¿De quién serán?-Se preguntó Marta en voz alta.-No habréis sido vosotras ¿verdad?-Miró a sus dos amigas sospechando de ellas.
-No, no tenemos tanto dinero como para comprarte un ramo tan preparado.-Contesta Ana a la defensiva.
Y era cierto lo que decía, a las amigas de Marta les gustaba estar bien vestidas para cada ocasión y tenían una loca obsesión por ir siempre a la moda (cosa que Marta no compartía con ellas), por lo que no habrían conseguido ahorrar el dinero suficiente para comprarle esas flores y el regalo que cada una le daría en su fiesta de cumpleaños.
-Tal vez son de una admirador secreto.-Dijo Marsela, que era la más soñadora del grupo.
-No puede ser, ¿yo teniendo un admirador secreto? Imposible.-La chica desestimó la idea rápidamente.
-Yo no diría que es tan imposible.-Dijo Ana cogiendo una nota que llevaban las flores.-"Espero que no sienta que es descortés no decirle quién soy, pero me gustaría enamorarla antes de que lo descubra."-Leyó la nota en voz alta.
-Con que no podía ser de un admirador secreto.
-Seguro que es solo una broma de alguien.-Dijo la chica intentando que sus mejillas no se ruborizaran.
-¡Pero tómatelo como una aventura! Tienes dieciséis años y todavía no has tenido ningún novio.-Le recordó Ana.
-Y además es un misterio que espera que lo resuelvas.-Añadió Marsela que sabía cuanto le gustaban los misterios a Marta.
-Está bien, no me lo tomaré como una broma.-Dijo y la sirena del recreo sonó.
La gente se le quedó mirando durante las tres horas que quedaban de clase...

Marta se despidió de sus amigas diciéndoles que las vería en su "fiesta sorpresa" y después se dirigió a su casa aún pensado en las flores que había recibido.
¿Me estás viendo mamá? Parece que soy una rompe-corazones. Sonrió ante la idea y antes de llegar a su casa se pasó por una tienda a comprar un jarrón para las flores que llevaba encima.
-Unas flores preciosas.-Le dijo la vendedora, una anciana que usaba gafas de pasta.-Tu novio debe de quererte mucho.
-No son de...-Se replanteó lo que iba a decir.-¿Por qué dice eso?
-Esas flores significan que te ama y te respeta.
-Sabe mucho de flores.
-Por supuesto, las flores son algo maravilloso que nos da la naturaleza. Ven aquí siempre que quieras saber el significado de una flor.
-Así lo haré.
Marta salió de la tienda con el jarrón, las flores y la certeza de que algo en su vida iba a cambiar desde el comienzo de sus dieciséis años.


           


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