Ese día, mientras la nieve empezaba a caer fue nuestro comienzo.
Lo recuerdo como si fuera ayer, aunque ya hayan pasado más de veinte años.
Andaba sin saber a dónde dirigirme. Recuerdo que me sentía vacía, sola, no tenía a nadie.
Me caí y pensé quedarme allí; ¿a quíen le importaría un cadaver más en esas terribles navidades? Nadie se enteraría de mi muerte.
Estuve allí durante... no sé cuanto tiempo; solo recuerdo que estuve en blanco hasta que apareciste.
"¿Qué haces aquí?" Me preguntaste sorprendido de encontrarme casi escondida en la nieve.
"Esperar mi muerte." Te respondí, aunque no recuerdo haber movido la boca.
"¿Por qué?" Te tumbaste a mi lado.
"La vida no es para mí."
"Yo también llevo un mal día."
Nos quedamos en silencio hasta que te levantaste.
"¿Vienes?" Me preguntaste.
"No, este es mi final."
"Pues que sea nuestro comienzo."
Esas palabras me traspasaron y por primera vez te miré a los ojos. Eras sincero.
No sé que fuerza hizo que me agarrara a tu mano, pero se lo agradezco. Ahora no quiero soltarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario